El duelo es un proceso natural de adaptación y no supone un trastorno en sí mismo, sin embargo, pueden verse afectados múltiples ámbitos en la vida del doliente. Si bien no todas las personas necesitarán atención psicológica, sabemos que en torno al 10% de las personas que sufren la muerte de un familiar desarrollarán un duelo complicado o desadaptativo, asociado este a problemas psicológicos y físicos. Además, la situación vivida de la pandemia por Covid-19 ha dificultado el desarrollo de acompañamiento al final de la vida, reduciendo y modificando los rituales funerarios cuya función es favorecer el inicio del proceso. A partir de esta necesidad se puso en marcha un proyecto de intervención telefónica en crisis ofertada a los dolientes en el contexto de los servicios funerarios, que tuvo una duración de 6 meses y se tradujo en más de un millar de derivaciones. Las reacciones más frecuentes que encontramos fueron: sintomatología depresiva, ansiógena y alteraciones en el sueño acompañados de intensa emocionalidad. En referencia a las técnicas más utilizadas en dicha intervención encontramos la validación, normalización y facilitación de expresión emocional, además del refuerzo de las conductas adaptativas y recursos personales. Esta atención forma parte de la prevención secundaria cuyo objetivo es prevenir complicaciones y promover la salud. Resulta patente la importancia de realizar más estudios para clarificar la necesidad de este tipo de servicios y contribuir a realizar modelos de intervención en crisis específicos.
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