La Restauración Borbónica de la mano de Alfonso XII y Cánovas del Castillo, institucionalizó por primera vez de manera estable el liberalismo en España. El farmacéutico tuvo la capacidad de moldear su futuro, mas no exento de control gubernamental, como muestra el ejemplo de la polémica constante que suscitaron las reformas universitarias del grado de Farmacia. Los farmacéuticos vivían en una contradicción muy palpable, pues por un lado se atisbaban actitudes gremialistas contrarias a la libertad de empresa y mercado, y por el otro eran una de las profesiones con mentalidades más progresistas y liberales.
Desde ese momento hasta la actualidad, el farmacéutico es simultáneamente profesional sanitario y pequeño empresario. El particular modelo español es fruto del conflicto, las victorias y las derrotas del pasado. En cierto modo, es la sociedad la que ha construido la idea de lo que es realmente un farmacéutico y conforme la sociedad cambiaba, así lo hacía también el farmacéutico. Ante un mundo que avanza hacia la informatización absoluta, es interesante aprender cómo trabajaban nuestros antepasados y cómo asumieron los cambios.
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